Los adolescentes tienen derecho a que se guarde confidencialidad también
respecto de sus familiares, incluyendo a sus padres, tutores u otros
responsables, de los datos relativos a su salud que contenga su historia
clínica, salvo que a juicio del profesional de la salud actuante o de la
Dirección Técnica del servicio de salud exista riesgo grave para la salud
del usuario o paciente o de terceros.