La televisión comenzó siendo un medio recepcionado colectivamente en ámbitos públicos en la Alemania de los años 40 del siglo XX. Posteriormente esta ingresó en el hogar y sustituyó a la radio en el lugar de privilegio en la sala, donde se consolidó como escenario de reunión de la familia al final del día y los fines de semana. En los años 90 del siglo pasado la televisión se multiplicó en cada casa para meterse en cada dormitorio y pasar de recepcionarse de forma colectiva a hacerse de forma individual.
En la actualidad, desde los años 2000, la televisión volvió sobre sus pasos, abandonó el ámbito privado del hogar, e irrumpió nuevamente en el espacio público, imponiéndose en calles, centros de salud, bancos, comercios, ascensores, medios de transporte, etc. Además, la televisión se incorporó al cuerpo de cada persona a partir del teléfono móvil con conexión a internet. Hoy se menciona la ubicuidad de las pantallas, que lleva a los ciudadanos a ser en todo momento receptores de mensajes producidos y vehiculizados por estas.
En Uruguay este movimiento mundial tiene su propio desarrollo. Empresas con la intención de comercializar mejor sus productos, y dependencias públicas con la idea de mejorar su servicio a los ciudadanos, las han adoptado, y los ciudadanos las han incorporado como un elemento más de la vida cotidiana en la ciudad.
La nota que sigue habla de la televisión y las pantallas desde la perspectiva comercial, en cuanto herramienta para la venta de productos y servicios.
(“Las pantallas se multiplican para conquistar clientes”. Diario El País. Diego Ferreira. 12 de febrero de 2016. http://www.elpais.com.uy/el-empresario/pantallas-se-multiplican-conquistar-clientes.html)