No podrá el usuario destinar la cosa a otros objetos que los
convenidos, o a falta de convención expresa, a aquellos a que la cosa es
naturalmente destinada o que deben presumirse de las circunstancias del
contrato o de la costumbre del país.
Si el usuario contraviniere esta regla, podrá la institución acreditante
reclamar la rescisión del contrato con indemnización de daños y
perjuicios, o limitarse a esta indemnización dejando subsistir el
contrato. (*)