El médico tiene responsabilidad en la calidad de la asistencia tanto a
nivel personal, como en promoverla a nivel institucional.
Es su deber exigir las condiciones básicas para que ella sea garantizada
efectivamente en beneficio de las personas, así como reclamar ante los
organismos competentes si persisten las condiciones insuficientes en las
instituciones. Los médicos que ocupen cargos de dirección deberán
proporcionar a los médicos prestadores de la asistencia los recursos
humanos y de infraestructura necesarios para que el servicio se preste
adecuadamente.